Egoístas

Oh gigantes y altísimos, que en su prepotencia creen ser los dueños del mundo, ni tan siquiera tienen las llaves que me encaminarán al cielo, tampoco las fórmulas matemáticas para la alquimia... y entonces...¿por qué jactarse de lo no suyo? ¿por qué en intentos desesperados elevan asimismos sus estatus, cayendo en la vaga mezquindad y aumentando su pecado? ¿por qué jactarse de lo no nuestro?

Si es del mundo de los sabios y prudentes, de los cohibidos y ladrones, y también de los justos y asesinos.

No juzgo, no concibo y no creo en la realidad que me presentan, no la comparto ni la repudio; es su decisión y convicción el hacer de ustedes un gigante Goliat, sin aceptar la existencia de un significativo David.

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Y descubrí sentimientos perdidos, detrás de una cortina de fragilidad, también despertó el romanticismo y la coquetería, acompañadas, claro está, de un dar por recibir. Dejé volar, no muy alto, los sueños de cercanía, de esa sonrisa entre borrosos recuerdos, y una palabra tuya que me vuelve a la llamada realidad.

Mejores formas

Llanto y polvo, asfixiante, no hay una mejor forma de llamarlo, constantemente mis ansias por vida se esfumaban, manos sujetaban sin cesar mi fragilidad, uñas que se incrustaban en mi cuello, apretando y apretando, sin dejar un casi nulo lugar al descanso; seguida de un color carmesí de un golpe fallido. Gritos de piedad sin lugar a clemencia, flagelada sin reconocimiento perpetuo.
Impotencia que se esfuma entre manos ya frías, sin movimiento y ya sin vida.

No es uno, sino dos, hasta podrían ser tres las veces en que desperté con tal panorama invadiendo mis sueños, reflejos de una realidad que muchas veces deseo, pero que no se termina por concretar debido a la cobardía.